Empecemos por aclarar que discutir es esperable y necesario.
Una pareja está formada por dos personas diferentes, cada una viene con su Background: concepto de limpieza, orden, poder, crianza, calidad de vida, etc. Por ende, tener puntos de vista distintos en algunos casos es completamente normal.
De hecho, el que “no existan” puntos de vista diferentes llama la atención. Generalmente, se debe a que uno de los/as dos ha decidido no dar a conocer su punto de vista sobre esas situaciones.
La “discusión” es una forma necesaria para conocernos y saber cómo se maneja la otra persona, lo cual debería dar paso a una negociación. El conflicto comienza cuando esto no ocurre así.
Si solo debatimos sobre una idea, pero no negociamos y no aterrizamos esas ideas en acuerdos concretos que generen una modificación real, el malestar continuará, debido a que las acciones que lo generan se mantendrán.
Eso permite que se vuelva a “discutir” del mismo tema, una y otra y otra vez. Esa es una actitud poco sana, discutir sobre el mismo tema en más de 3 oportunidades. Eso genera cansancio, rabia, impotencia, entre otros.
Muchas parejas, en vez de preguntarse: ¿qué estamos haciendo mal como equipo que se necesita volver a tocar el tema?, lo que podría llevarlos a una reflexión, deciden seguir discutiendo o evadirse.
Es debido a esto que existe el mito de que “discutir es poco sano”. ¡NO! Lo poco sano dentro de una pareja es no saber negociar.
¿Has sabido negociar con tu pareja? Si la respuesta es NO, busca ayuda. Es fundamental para cualquier pareja estable aprender a hacerlo.
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