Por Monyerla Freintas.
Resulta polémico para algunas personas pensar en la posibilidad de que tres o más personas, de forma simultánea y consentida, decidan establecer una relación no monogámica. Conversando sobre el tema con una apreciada colega, me mencionaba que una persona que transitó por su vida provenía de un tipo de familia así, en la que el creció con su padre y su madre, pero a la vez su progenitor tenía otra pareja con la que concibió hijos. Al parecer, ambas mujeres sabían de la existencia de la otra, pero me pregunté en ese momento qué tanto consentimiento existía en esa dinámica.
Es importante tomar en cuenta que en el poliamor, todas las partes de la relación se sienten cómodas, por lo que no es aplicable a los hombres que tienen más de una familia, situación que lleva a las mujeres resignadas a aceptar la existencia de la otra desde el machismo y el temor de quedarse sin pareja y sostén económico.
Uno de los principios del poliamor es la no monogamia, aceptando que esta en una construcción social que ha reprimido a las personas de relacionarse sexualmente con quien les plazca, lo que recae con más peso sobre las mujeres. También es importante mencionar que otros principios son el consentimiento: todas las partes deciden, de forma voluntaria y con agrado, participar en este tipo de relación; el conocimiento, en vista de que se plantea la dinámica con honestidad y transparencia; así como la responsabilidad y el compromiso, relacionados a mantener el cumplimiento de los tratos preestablecidos entre cada una de las partes.
Considerando el poliamor con un estilo de familia poco convencional, socialmente cuestionada y censurada, es importante preguntarnos en el efecto que tiene en la crianza de los/as niños/as que crecen en este tipo de familias, cómo lo viven cada una de las partes desde sus propios prejuicios y creencias, así como en el impacto que tiene en la sociedad.
Definitivamente, el poliamor no es algo nuevo: en la Biblia encontramos múltiples relatos de poligamia cargados de tensión, rivalidad y competencia entre las partes (todos relacionados a un patriarca que tenía varias esposas y/o concubinas con quien procreaba descendencia). Encontramos, también, referencias en culturas tradicionales, con énfasis religioso, en el que se considera apropiado que un hombre tenga dos o más esposas, experiencias que podemos ver en reality shows en la televisión por cable. Sin embargo, estas relaciones poligámicas parecen haber evolucionado hasta un punto en el que la diversidad y posibilidad parece ser infinita (dos mujeres transgénero y un hombre heterosexual, un hombre homosexual con un hombre bisexual y una mujer heterosexual, y pare usted de pensar en las múltiples posibilidades).
Tomando en cuenta lo antes mencionado, el debate es necesario, no solo por conocer la diversidad que existe, sino porque al ser una realidad, es importante que como mujeres responsables de nuestras acciones aclaremos desde el principio de cualquier relación amorosa qué tipo de vínculo estamos buscando.
No dejes que te sorprendan con una propuesta que no deseas recibir, o con el enterarte por sorpresa que tu pareja ha tenido experiencias homosexuales. Es importante empoderarnos en cada aspecto de nuestra vida y considerar las múltiples posibilidades de relaciones que existen, así como los pros y los contras de cada situación para poder tomar decisiones con mucha responsabilidad de lo que deseamos en nuestra vida y lo que estamos buscando en una relación.
¿Tú qué opinas del poliamor? Abramos debate.
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